UNIVERSIDAD
SIMÓN BOLÍVAR
SEDE
LITORAL
DECANATO
DE ESTUDIOS TECNOLÓGICOS
DEPARTAMENTO
DE FORMACIÓN GENERAL Y CIENCIAS BÁSICAS
ÁREA:
PENSAMIENTO CRÍTICO
ASIGNATURA:
HOMBRE, CULTURA Y SOCIEDAD I
CÓDIGO:
FCA – 151
SECCIÓN:
03
Neoliberalismo
Vs. Keynesianismo
Autor:
García,
José M 11-0366
Tutor:
Prof.
Guía, Germán
Camurí
Grande, Diciembre de 2011
Indice
1.
Resumen
2.
Introducción
3.
Neoliberalismo
4.
Keynesianismo
5.
Neoliberalismo Vs. Keynesianismo
6.
Conclusión
7.
Anexos
Resumen
La ofensiva
neoliberal y monetarista contra la teoría y la política convencional keynesiana
se desataría en la década de los setenta, pero no fue fácil el ascenso hasta
las cumbres gubernamentales. En estos años los problemas contradictorios
produjeron políticas igualmente contradictorias, que llevaron a los políticos a
nadar entre dos aguas peligrosas. Es hasta fines de la década que se adoptan
políticas antiinflacionarias basadas en medidas monetaristas, aunque todavía de
manera superficial, pero la orientación ya había sido tomada. Será en los
ochenta cuando se realicen las principales transformaciones estructurales,
basadas en el liberalismo monetarismo; desde Inglaterra, la cuna del
keynesianismo, y en Estados Unidos, se daría la señal de arranque, para ser
inmediatamente seguidos por otros gobiernos de economías desarrolladas.
Introducción
Con la realización de este blog se quiere
informar al lector, de forma más o menos superficial, sobre el Keynesianismo y
el Neoliberalismo, y como esta última sustituye al keynesianismo, que termino
provocando otra crisis al incrementar demasiado los niveles de inflación.
El tema será planteado en tres partes o
capítulos, en el primer capítulo se explicara el Neoliberalismo y se explicaran
las características más importantes de este sistema. En el segundo capítulo se
habla del Keynesianismo, la idea general de este sistema y como Keynes veía la
solución al problema de la crisis financiera del 29. De último, en el capítulo
tres, se habla como fue el proceso de transición del Keynesianismo al
Neoliberalismo, enumerando sus causas y consecuencias.
Neoliberalismo
El término neoliberalismo es un neologismo que
hace referencia a una política económica con énfasis tecnocrático y macroeconómico que
pretende reducir al mínimo la intervención estatal en materia económica y
social, defendiendo el libre mercado capitalista como
mejor garante del equilibrio institucional y
el crecimiento económico de un país, salvo
ante la presencia de los denominados fallos.
Suele considerarse, erróneamente, como una
reaparición del liberalismo decimonónico. Sin embargo, al contrario de
éste, no rechaza totalmente el intervencionismo estatal y además guarda una
ambigüedad ideológica, respondiendo más a su base teórica-técnica neoclásica. Al
ser una propuesta macroeconómica tiende a ser neutral con respecto a las libertades civiles.
Se usa con el fin de agrupar un conjunto
de ideologías y teorías económicas que promueven el fortalecimiento de la
economía nacional (macroeconomía) y su
entrada en el proceso globalizador a
través de incentivos empresariales que, según sus críticos, es susceptible de
conducirse en beneficio de intereses políticos más
que a la economía de mercado propiamente dicha.
Características
El neoliberalismo propone que se deje en
manos de las particulares actividades que antes realizaba el Estado; en esa dinámica se privatizan empresas públicas,
se abren las fronteras para mercancías, capitales y flujos financieros y se
reduce el tamaño del Estado.
Las políticas macroeconómicas recomendadas
por teóricos o ideólogos neoliberales (en principio recomendaciones a países
tanto industrializados como en desarrollo) incluyen:
§ Políticas
monetarias restrictivas: Aumentar tasas de interés o reducir la oferta de dinero. Con
ello disminuye la inflación y
se reduce el riesgo de una devaluación. No
obstante con ello se inhibe el crecimiento económico ya que se disminuye el flujo de exportaciones
y se perpetúa el nivel de deuda interna y externa denominada en monedas
extranjeras. Así mismo, se evitan los llamados ciclos.
§ Políticas
fiscales restrictivas: Aumentar los impuestos sobre el consumo y
reducir los impuestos sobre la producción y la renta;
eliminar regímenes especiales; disminuir el gasto público. Con ello se supone
que se incentiva la inversión, se sanean las finanzas públicas y se fortalece
la efectividad del Estado. No obstante no se distingue entre los niveles de
ingreso de los contribuyentes, donde unos puede pagar más impuestos que otros,
y se grava a las mayorías mientras que se exime a las minorías, deprimiéndose
así la demanda, si bien se busca apoyar la oferta, buscando el bienestar de
toda la sociedad. Tampoco se reconoce que el gasto público es necesario, tanto
para el crecimiento como para el desarrollo (comparar históricamente ejemplos
de países industrializados); para la protección de sectores vulnerables de la
economía y la población; y para la estabilidad social y económica en general.
§ Liberalización: Tanto
la liberalización para el comercio como para las inversiones se supone que
incentivan tanto el crecimiento como la distribución de la riqueza, al
permitir:
1.
una participación más amplia de agentes en el
mercado (sin monopolios u oligopolios),
2.
la generación de economías de escala (mayor
productividad),
3.
el aprovechamiento de ventajas competitivas
relativas (mano de obra barata o potentes infraestructuras, por ejemplo),
4.
el abaratamiento de bienes y servicios (al
reducirse costos de transporte y del proteccionismo), y
5.
el aumento en los niveles de consumo y el bienestar
derivado de ello (en general aumento de la oferta y la demanda en un contexto
de «libre» mercado, con situaciones de equilibrio y utilidades marginales).
§ Privatización: Se
considera que los agentes privados tienden a ser más productivos y eficientes
que los públicos y que el Estado debe adelgazarse para ser más eficiente y
permitir que el sector privado sea el encargado de la generación de riqueza.
§ Desregulación: Se
considera que demasiadas reglas y leyes inhiben la actividad económica y que su
reducción a un mínimo necesario (sobre todo la garantización del régimen de
propiedad y de la seguridad) propician un mayor dinamismo de los agentes
económicos.
En todos los casos, los teóricos
denominados neoliberales afirman que la mejor manera de alcanzar la
distribución de la riqueza y el bienestar de los individuos es mediante un
crecimiento total del producto, que por su propia dinámica permea al total de
los integrantes de la sociedad (la llamada trickle down policy);
como liberales promueven «mediante el beneficio individual, alcanzar el
beneficio de toda la sociedad».
Keynesianismo

Influido por los angustiosos problemas de paro creados
por la Gran
Depresión de 1929, J. M. Keynes centró su atención en el análisis de
los problemas económicos a corto
plazo. La de Keynes es una teoría macroeconómica a corto
plazo con salarios
rígidos a
la baja. «A largo
plazo todos
muertos», como le gustaba decir al propio Keynes. Desconfió Keynes de la eficacia de
la política
monetaria como
instrumento adecuado para incidir sobre el nivel de renta,
a causa de
la llamada trampa
de la liquidez; es decir, cuando a partir de un
determinado tipo
de interés, que la gente cree que es muy bajo, la curva de
demanda
de dinero se
hace infinitamente elástica y los sucesivos incrementos
de oferta
monetaria no
pueden conseguir hacerlo bajar más. En estas situaciones la política
monetaria tiene
que ser complementada con el adecuado manejo de los ingresos y gastos
públicos. La teoría macroeconómica keynesiana es claramente intervencionista,
en contra de lo sostenido por la doctrina del laissez
faire.
Corriente de pensamiento económico originada en los escritos del pensador inglés John Maynard Keynes y que se fundamenta en la acción del gobierno para impulsar la actividad económica.
Corriente de pensamiento económico originada en los escritos del pensador inglés John Maynard Keynes y que se fundamenta en la acción del gobierno para impulsar la actividad económica.
Neoliberalismo Vs.
Keynesianismo
Los indicadores macroeconómicos, en los
niveles más extremos y perjudiciales para el sistema, explican “el cambio de
marea” de los gobernantes, de los empresarios y de amplios sectores de la
población. La tendencia venía desde la recesión anterior, 1974-75, pero la
burguesía mundial no se decidió, en ese momento, por una adopción firme de tipo
monetarista y liberal, pero sí hay abundantes señales y símbolos que muestran
que se abonaba el camino para ello.
El ascenso de Thatcher y de Reagan al poder y el cambio de política del FMI era el triunfo relativo de Hayek-Friedman y la derrota también relativa de Keynes. La primera orientación iba a dominar pero la segunda no iba a desaparecer. Era un cambio de prioridades, la lucha era contra la inflación y no contra la crisis y el desempleo.
Parecía alarmante y contradictoria la política restrictiva, de reducción del Estado y la deuda pública, cuando se entraba a una recesión. Era increíble e inútil que en el siglo XX se usara una política basada en teorías monetaristas del siglo XVI ; la teoría era vista como inviable, como falsa, como simple, como impuesta; también era perversa, era inflacionaria, era recesiva, era fascista, era irreal, era antisindical, era neoclásica, era anti keynesiana, era “incapaz de entender y explicar los problemas de las economías capitalistas contemporáneas y de elaborar una política que asegure tanto el crecimiento del ingreso y el de la ocupación, como la estabilidad de precios y la del tipo de cambio” . Era un ataque de los perdedores e incomprensión acerca de la contrarrevolución monetarista en marcha.
En la historia moderna del monetarismo se ha pretendido descalificarlo por medio de la satanización, de la subestimación, de la caricaturización y de la ignorancia. Es el mismo método que siempre se ha usado contra el marxismo y que se ha redoblado en los últimos años, y son también las mismas críticas que se le aplicó al keynesianismo cuando surgió. En el mejor de los casos las fuerzas y grupos establecidos compadecían a Keynes por su locura, o lo desdeñaban porque pertenecía a los círculos de la burguesía y de la academia, pero sintieron que sus ideas nuevas los perjudicaban. De todos los métodos para descalificar el más recurrido es ignorar al contrario. Muchas de las críticas parten de la incomprensión de los objetivos del monetarismo y de adjudicarle funciones y medidas que no tiene ni pretende tener.
En primer lugar es completamente cierto, como alegan muchos, que el monetarismo friedmano no “asegura el crecimiento del ingreso y la ocupación” en el sentido que la política que propone no está directa e inmediatamente enfilada a resolver esos problemas. Si fuera así entonces no tendría por qué ser una teoría distinta a la keynesiana, ni ser antagónica. Es ésta, la keynesiana, la que fue creada en el momento de la mayor crisis capitalista, para que de manera pragmática resolviera el problema de la crisis productiva, el desempleo y la deflación. Indudablemente fue una teoría que sirvió eficazmente y llevó al capitalismo a niveles tan altos de producción y de consumo que el éxito se convirtió en una “borrachera” inflacionaria que empezó a revertir los efectos positivos.
La teoría keynesiana surgió, se desarrolló y culminó, para enseguida descender, en un proceso dialéctico. Querer que la teoría y la política keynesiana expliquen la inflación y las crisis financieras y cambiarias, es pedirle más de lo que ellas pretendieron. Al nivel de la teoría no supo explicar la inflación y el desempleo y se derrumbó la curva de Phillips, al nivel de la política económica la pretensión de abatir la crisis estimuló la inflación a tasas insoportables para el sistema.
El talón de Aquiles keynesiano fue la inflación, que no estuvo contemplada como problema, sino como solución. Cínica e inteligentemente Keynes propuso estimular la inflación para deprimir los salarios reales y favorecer la inversión productiva. En un momento de deflación de precios sólo los ortodoxos como Hayek pudieron estar en contra, por el riesgo que significaba en el futuro. Pero en el corto plazo se resolvió el problema fundamental. En eso consiste la utilidad de las teorías y de las políticas económicas en tiempos de crisis. Pero sirven mientras se mantienen las causas que dieron origen a determinado fenómeno económico. No más. Es como pretender que la economía política de Marx le resuelva los problemas al capitalismo, cuando su objetivo es comprenderlo para destruirlo.
Lo mismo se aplica al monetarismo. La preocupación fundamental de esta teoría, como su nombre lo indica, es el dinero como el determinante de la inflación, y ésta como el problema básico. La obra de Friedman es monetarista no fiscalista. Por tanto, la burguesía mundial adoptó y asumió durante más de dos décadas una ideología antiinflacionaria, porque el problema rebasó la gravedad de la crisis productiva y el desempleo. Y los gobiernos no recurrieron al keynesianismo más de lo que fue utilizado en los setenta, porque desestabilizaba. Es decir, si alguna teoría-política económica fue la causante inmediata (o en primera instancia) de la crisis de los setenta fue el keynesianismo, y no se le puede atribuir al monetarismo ni al neoliberalismo la crisis del capital, al contrario fueron éstas las que entraron a rescatarlo.
Las preguntas claves son: ¿qué tan útil ha sido el monetarismo?, ¿qué tanto ha contribuido a la disminución de la inflación? La inflación de los países de economía avanzada (y en la mayoría del mundo capitalista) ya no existe como problema. No hay inflación reptante, ni galopante, ni hiperinflación. ¿En qué medida la disminución de la inflación es producto del monetarismo y del neoliberalismo?: en la misma medida que el keynesianismo administró la crisis y desarrolló el sistema en la posguerra. Las teorías y las políticas económicas no son varitas mágicas sino herramientas que las superestructuras utilizan para modificar las relaciones de fuerza entre las clases, perjudicando y beneficiando. En la medida que los responsables de la administración del sistema comprendan la realidad y apliquen la política más acorde a los intereses generales, en esa medida será la más adecuada, racional y útil. Eso es lo que ha sucedido. No más.
El liberalismo económico acompaña al monetarismo en su objetivo: aleja al Estado de la economía, en el momento en que ya no es capaz ni funcional, para que el mercado actúe más libremente, sin asfixiantes regulaciones, sin altos impuestos, y para que las clases sociales se reorganicen de acuerdo a sus intereses y a sus fuerzas. Es la lucha de clases sin árbitros (en la realidad actual, hasta cierto punto) paternalistas. El fortalecimiento de grandes conglomerados por medio de las fusiones, asociaciones, adquisiciones, y la formación de bloques regionales y comerciales reflejan una etapa de recrudecimiento de la competencia internacional como no se había visto antes.
La teoría monetarista y el liberalismo moderno se convirtieron en la ideología de la burguesía (y no solo de la financiera, como creen algunos) de los países avanzados. La asumieron conscientemente como un mecanismo antiinflacionario y anti estatista, que contribuía a destruir –en parte- lo hecho durante cuatro décadas, desde el periodo de posguerra. La alta inflación de los setenta marcó el fin del pleno empleo y el avance social de las masas trabajadoras. Se consideró por parte de las élites dominantes que era más dañino al sistema una descontrolada y alta inflación que una crisis profunda y un creciente desempleo. Se decidió por una estrategia económica que creara condiciones para la recuperación de las ganancias. La situación económica, en última instancia, determinó el cambio de doctrina económica en la superestructura, y los gobernantes, finalmente, actuaron en consecuencia transformándola. La clase burguesa no fue engañada por los perversos y fascistas monetaristas ni tampoco sufrió un ataque de irracionalidad colectiva sino que se atuvo a su instinto burgués de auto conservación y supo elegir el método más adecuado para preservar su futuro.
Así como la aplicación del keynesianismo en su tiempo fue la única salida viable, en la fase recesiva e inflacionaria no hubo más que el monetarismo liberal como solución. La “conservadora” y “contrarrevolucionaria” concepción monetarista liberal en realidad es más “revolucionaria” que la vieja concepción keynesiana. Aplicar la misma receta keynesiana, como se hizo en la década de los setenta, era mantener una crisis y una inflación a la vez. Se prefirió tener la crisis y el desempleo.
La producción de desempleo no es consecuencia directa e inmediata del neoliberalismo-monetarismo sino de la incapacidad histórica e inmanente del sistema de crear suficiente empleo, y, recientemente, del débil desarrollo de las fuerzas productivas materiales y de la producción global.
El ascenso de Thatcher y de Reagan al poder y el cambio de política del FMI era el triunfo relativo de Hayek-Friedman y la derrota también relativa de Keynes. La primera orientación iba a dominar pero la segunda no iba a desaparecer. Era un cambio de prioridades, la lucha era contra la inflación y no contra la crisis y el desempleo.
Parecía alarmante y contradictoria la política restrictiva, de reducción del Estado y la deuda pública, cuando se entraba a una recesión. Era increíble e inútil que en el siglo XX se usara una política basada en teorías monetaristas del siglo XVI ; la teoría era vista como inviable, como falsa, como simple, como impuesta; también era perversa, era inflacionaria, era recesiva, era fascista, era irreal, era antisindical, era neoclásica, era anti keynesiana, era “incapaz de entender y explicar los problemas de las economías capitalistas contemporáneas y de elaborar una política que asegure tanto el crecimiento del ingreso y el de la ocupación, como la estabilidad de precios y la del tipo de cambio” . Era un ataque de los perdedores e incomprensión acerca de la contrarrevolución monetarista en marcha.
En la historia moderna del monetarismo se ha pretendido descalificarlo por medio de la satanización, de la subestimación, de la caricaturización y de la ignorancia. Es el mismo método que siempre se ha usado contra el marxismo y que se ha redoblado en los últimos años, y son también las mismas críticas que se le aplicó al keynesianismo cuando surgió. En el mejor de los casos las fuerzas y grupos establecidos compadecían a Keynes por su locura, o lo desdeñaban porque pertenecía a los círculos de la burguesía y de la academia, pero sintieron que sus ideas nuevas los perjudicaban. De todos los métodos para descalificar el más recurrido es ignorar al contrario. Muchas de las críticas parten de la incomprensión de los objetivos del monetarismo y de adjudicarle funciones y medidas que no tiene ni pretende tener.
En primer lugar es completamente cierto, como alegan muchos, que el monetarismo friedmano no “asegura el crecimiento del ingreso y la ocupación” en el sentido que la política que propone no está directa e inmediatamente enfilada a resolver esos problemas. Si fuera así entonces no tendría por qué ser una teoría distinta a la keynesiana, ni ser antagónica. Es ésta, la keynesiana, la que fue creada en el momento de la mayor crisis capitalista, para que de manera pragmática resolviera el problema de la crisis productiva, el desempleo y la deflación. Indudablemente fue una teoría que sirvió eficazmente y llevó al capitalismo a niveles tan altos de producción y de consumo que el éxito se convirtió en una “borrachera” inflacionaria que empezó a revertir los efectos positivos.
La teoría keynesiana surgió, se desarrolló y culminó, para enseguida descender, en un proceso dialéctico. Querer que la teoría y la política keynesiana expliquen la inflación y las crisis financieras y cambiarias, es pedirle más de lo que ellas pretendieron. Al nivel de la teoría no supo explicar la inflación y el desempleo y se derrumbó la curva de Phillips, al nivel de la política económica la pretensión de abatir la crisis estimuló la inflación a tasas insoportables para el sistema.
El talón de Aquiles keynesiano fue la inflación, que no estuvo contemplada como problema, sino como solución. Cínica e inteligentemente Keynes propuso estimular la inflación para deprimir los salarios reales y favorecer la inversión productiva. En un momento de deflación de precios sólo los ortodoxos como Hayek pudieron estar en contra, por el riesgo que significaba en el futuro. Pero en el corto plazo se resolvió el problema fundamental. En eso consiste la utilidad de las teorías y de las políticas económicas en tiempos de crisis. Pero sirven mientras se mantienen las causas que dieron origen a determinado fenómeno económico. No más. Es como pretender que la economía política de Marx le resuelva los problemas al capitalismo, cuando su objetivo es comprenderlo para destruirlo.
Lo mismo se aplica al monetarismo. La preocupación fundamental de esta teoría, como su nombre lo indica, es el dinero como el determinante de la inflación, y ésta como el problema básico. La obra de Friedman es monetarista no fiscalista. Por tanto, la burguesía mundial adoptó y asumió durante más de dos décadas una ideología antiinflacionaria, porque el problema rebasó la gravedad de la crisis productiva y el desempleo. Y los gobiernos no recurrieron al keynesianismo más de lo que fue utilizado en los setenta, porque desestabilizaba. Es decir, si alguna teoría-política económica fue la causante inmediata (o en primera instancia) de la crisis de los setenta fue el keynesianismo, y no se le puede atribuir al monetarismo ni al neoliberalismo la crisis del capital, al contrario fueron éstas las que entraron a rescatarlo.
Las preguntas claves son: ¿qué tan útil ha sido el monetarismo?, ¿qué tanto ha contribuido a la disminución de la inflación? La inflación de los países de economía avanzada (y en la mayoría del mundo capitalista) ya no existe como problema. No hay inflación reptante, ni galopante, ni hiperinflación. ¿En qué medida la disminución de la inflación es producto del monetarismo y del neoliberalismo?: en la misma medida que el keynesianismo administró la crisis y desarrolló el sistema en la posguerra. Las teorías y las políticas económicas no son varitas mágicas sino herramientas que las superestructuras utilizan para modificar las relaciones de fuerza entre las clases, perjudicando y beneficiando. En la medida que los responsables de la administración del sistema comprendan la realidad y apliquen la política más acorde a los intereses generales, en esa medida será la más adecuada, racional y útil. Eso es lo que ha sucedido. No más.
El liberalismo económico acompaña al monetarismo en su objetivo: aleja al Estado de la economía, en el momento en que ya no es capaz ni funcional, para que el mercado actúe más libremente, sin asfixiantes regulaciones, sin altos impuestos, y para que las clases sociales se reorganicen de acuerdo a sus intereses y a sus fuerzas. Es la lucha de clases sin árbitros (en la realidad actual, hasta cierto punto) paternalistas. El fortalecimiento de grandes conglomerados por medio de las fusiones, asociaciones, adquisiciones, y la formación de bloques regionales y comerciales reflejan una etapa de recrudecimiento de la competencia internacional como no se había visto antes.
La teoría monetarista y el liberalismo moderno se convirtieron en la ideología de la burguesía (y no solo de la financiera, como creen algunos) de los países avanzados. La asumieron conscientemente como un mecanismo antiinflacionario y anti estatista, que contribuía a destruir –en parte- lo hecho durante cuatro décadas, desde el periodo de posguerra. La alta inflación de los setenta marcó el fin del pleno empleo y el avance social de las masas trabajadoras. Se consideró por parte de las élites dominantes que era más dañino al sistema una descontrolada y alta inflación que una crisis profunda y un creciente desempleo. Se decidió por una estrategia económica que creara condiciones para la recuperación de las ganancias. La situación económica, en última instancia, determinó el cambio de doctrina económica en la superestructura, y los gobernantes, finalmente, actuaron en consecuencia transformándola. La clase burguesa no fue engañada por los perversos y fascistas monetaristas ni tampoco sufrió un ataque de irracionalidad colectiva sino que se atuvo a su instinto burgués de auto conservación y supo elegir el método más adecuado para preservar su futuro.
Así como la aplicación del keynesianismo en su tiempo fue la única salida viable, en la fase recesiva e inflacionaria no hubo más que el monetarismo liberal como solución. La “conservadora” y “contrarrevolucionaria” concepción monetarista liberal en realidad es más “revolucionaria” que la vieja concepción keynesiana. Aplicar la misma receta keynesiana, como se hizo en la década de los setenta, era mantener una crisis y una inflación a la vez. Se prefirió tener la crisis y el desempleo.
La producción de desempleo no es consecuencia directa e inmediata del neoliberalismo-monetarismo sino de la incapacidad histórica e inmanente del sistema de crear suficiente empleo, y, recientemente, del débil desarrollo de las fuerzas productivas materiales y de la producción global.
Conclusiones
Este tema me parece muy interesante de
investigar y leer, ya que muestra como un sistema que busca la respuesta de una
crisis inmediata tiene éxito, pero al continuar con el ejercicio de este
sistema, por casi 40 años aproximadamente, comienza a tener un problema muy
claro, que era la inflación. Al llegar a un determinado punto, ya los niveles
de inflación son tan elevados que se
tornaron en otra crisis. Ya el keynesianismo se había vuelto un problema, pero
la incertidumbre que quedo fue ¿Cómo resolverlo?
Para obtener la información aquí propuesta
fue necesaria una búsqueda de fuentes que hablaran sobre estos dos sistemas de
forma sencilla y objetiva, ya que ponernos a investigar exhaustivamente estas teorías
nos tomaría muchísimo tiempo y esfuerzo ya que no son teorías fáciles de entender.
Como resultado tenemos que el
keynesianismo fue un sistema novedoso en su tiempo, y logro obtener resultados
positivos en corto tiempo, (lo que se necesitaba después de la gran crisis del
1929) pero el problema es que fue un sistema creado para resolver un problema
inmediato, no para su funcionamiento a largo plazo, y como consecuencia hubo
una segunda crisis. Ahora los políticos se encontraban en una encrucijada, necesitaban
encontrar la forma de sustituir al keynesianismo y la encontraron en el
Neoliberalismo. Con neoliberalismo no se está
haciendo alusión a una teoría política o económica en particular, sino más bien
se está refiriendo a una generalización de escuelas y teorías económicas que
buscaban reducir al mínimo la intervención del estado en la economía.
Referencias
Joseph E. Stiglitz(2002),
El malestar en el Neoliberalismo, Editorial Taurus, Madrid (España).
Reuben L. Norman Jr., PhD. (2007)
Ensayos sobre Maynard Keynes,
Keynesianismo. Universidad de Cambridge. (En inglés)
Immanuel Wallerstein(2006), La
decadencia del Keynesianismo, Editorial Capital Intelectual (Ediciones Le Monde diplomatique - El
Dipló), Buenos Aires (Argentina)
M. Keynes. Imagen extraída de: http://angelillo-elrincondelfilosofo.blogspot.com/2012/03/una-cita-de-keynes.html
La Teoría General del
Empleo, el Interés y el Dinero. Imagen Extraída de: http://www.agapea.com/libros/TEORiA-GENERAL-DEL-EMPLEO-EL-INTEReS-Y-EL-DINERO-
Keynes Vs. Hayek, imagen extraída de: http://publicogt.com/2012/01/08/el-ajedrez-global-de-la-crisis-neoliberales-y-keynesianos/
A quick look at how we managed to get our Casino Site
ResponderEliminarA quick look at how we managed to get our Casino Site Site Authentic to be and the casinos which are now available for you to play luckyclub in 2021.
Gambling in California - Mapyro
ResponderEliminarFind the cheapest and quickest ways to find, 순천 출장안마 compare and 거제 출장마사지 book the best real money online 김포 출장안마 casinos in 광양 출장샵 the US. Mapyro offers 여주 출장마사지 information, maps,